Estos días, al releer Imparables, el libro de Teresa Baró (1), no puedo evitar admirar la precisión con la que la autora expone una problemática urgente para las mujeres en el mundo empresarial y de la comunicación. Imparables, escrito por una de las mayores expertas en comunicación no verbal de este país, se presenta como un manual de empoderamiento, lleno de estrategias y reflexiones que inspiran a las mujeres a construir una imagen fuerte de sí mismas.
Sin embargo, hay un aspecto que quizás muchos lectores, al igual que yo, hayan pasado por alto en una primera lectura: el análisis de Baró sobre un artículo de la prestigiosa Harvard Business Review (2). Según este artículo, los prejuicios contra las mujeres emprendedoras impiden su acceso a mejores oportunidades de inversión en comparación con los hombres.
El número de empresas lideradas por mujeres sigue creciendo a nivel global, un fenómeno que, sin embargo, contrasta con la distribución del capital riesgo. En 2018, solo el 3% de las inversiones en capital riesgo en Estados Unidos se destinaron a empresas con una CEO femenina. Repito, por si el dato no ha quedado claro: de cada 100 empresas que recibieron financiación, solo 3 estaban dirigidas por mujeres. Evidentemente, esta alarmante desproporción no es casual y tiene raíces más profundas.
Investigaciones recientes han puesto de relieve que los inversores, independientemente de su género, suelen estar influenciados por un sesgo de género al evaluar a los emprendedores. Esta situación resulta desconcertante, ya que tanto hombres como mujeres participan en la toma de decisiones sobre inversiones. Entonces, ¿dónde radica el problema? ¿Por qué los hombres parecen beneficiarse de manera desproporcionada en el acceso a fondos?
Los estudios revelan que el sesgo de género se manifiesta de manera más notable en la fase inicial de la selección de startups, específicamente durante la presentación del proyecto o "pitch". Curiosamente, este sesgo persiste incluso cuando el contenido del discurso es idéntico para todos los emprendedores. La clave para entender este fenómeno se encuentra en lo que los investigadores han denominado la "Brecha de confianza de género" o, lo que es lo mismo, la tendencia de las mujeres a infravalorarse en situaciones competitivas, lo que se traduce en una menor autoconfianza al presentar sus ideas.
Es curioso como vemos la situación desde un punto de vista lejano, como si no nos afectara.
Recientemente tuve el privilegio de participar en el evento Startup Olé Marbella 2024, una experiencia enriquecedora y que, sin duda, recomiendo. En esa ocasión, seis mujeres representamos a la Universidad de Jaén, cada una con un proyecto que habíamos desarrollado durante un año a través de Univergem, un programa diseñado para potenciar la empleabilidad y el emprendimiento entre mujeres universitarias. Esta iniciativa nos brindó una oportunidad única para competir y presentar nuestras ideas de negocio.
La organización del evento fue impecable, y la competición de pitches resultó ser tanto profesional como entretenida. Sin embargo, surgen preguntas importantes: ¿existió algún sesgo “encubierto” que pasamos por alto? ¿nos afectó la llamada “brecha de confianza de género”? En ambas ediciones de este año, tanto en Marbella en junio como en Salamanca en octubre, los ganadores del pitch de estudiantes fueron hombres ¿Casualidad?
Independientemente de la respuesta, el artículo en cuestión sugiere dos soluciones para abordar esta situación. La primera es eliminar la fase inicial de competición, enfocándose en etapas finales que sean más técnicas y fundamentadas en datos. La segunda propuesta implica transformar esta fase inicial en un formato digital que oculte el género y la apariencia física de los participantes.
Aunque mi trabajo no se centra específicamente en la perspectiva de género, mi experiencia en comunicación y relaciones humanas me lleva a proponer una tercera solución: dejemos de vernos como víctimas. En lugar de culpar a factores externos, enfoquémonos en cómo podemos adaptarnos y superar estas barreras. Es cierto que los cambios sociales y mentales pueden llevar tiempo, incluso varias generaciones, pero es crucial que alguien comience a impulsarlos. No debemos optar por cambiar las reglas, cambiemos nosotras.
En nuestro Instituto, apoyamos a numerosas mujeres en el desarrollo de sus habilidades de comunicación con el fin de mejorar su ámbito personal y profesional. Si deseas conocer más sobre este proceso y descubrir historias inspiradoras de mujeres que están transformando sus vidas, síguenos en Instagram. Juntas, podemos trabajar hacia un futuro en el que la visibilidad y la confianza sean herramientas clave para el éxito.
Referencias:
(1) Teresa Baró, Imparables. Comunicación para mujeres que pisan fuerte, Editorial Planeta, Barcelona, 2021.
(2) Hassan, Kamal, Monisha Varadan y Claudia Zeisberger, “How the VC Pitch Process is failing female entrepreneurs”, Harvard Business Review, 13 de enero de 2020. https://hbr.org/2020/01/how-the-vc-pitch-process-is-failing-female-entrepreneurs?language=es
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